
Un día, a la hora a la que normalmente se levanta para llegar tarde al curro cualquier persona temerosa de su hipoteca, salia yo como de costumbre del Tapas.
No debía llevar gastada ni una semana de mis vacaciones, hacia un sol del carajo y por desgracia me había dejado en casa las gafas de sol que había comprado en una gasolinera en el viaje para venir. Me encontraba, como de costumbre, apurando hasta el ultimo segundo hasta el cierre del local, midiendo con un cuidado extremo las sandeces que salían de mi boca... nadie tiene prisa por volver a casa si no se tiene un grifo de cerveza en ella.
Cada segundo que pasaba se me hacia más difícil medir el grado de estupidez de las sandeces que salían por mi boca y esto llevo a el colapso típico de cualquier hostelero.
-A la puta calle!!! -Ya había tenido suficiente el pobre-
Con los pies por delante y aún con el ultimo carajillo a medio beber en la mano me vi obligado a abandonar el local entre los improperios de mi camarero favorito y mis lloros para que me perdonara y me dejara volver el próximo día.
Me senté en un, llamémoslo banco, aunque a mi estos diseños de mobiliario urbano siempre me parecieron una maquina perfecta para torturar almorranas e intente encontrar el ultimo trujas que me quedaba en el bolsillo. De llevarlo en el bolsillo había perdido bastante tabaco por lo que su forma se asemejaba más a mi flácido pene que a un palito-cancer.
No hubo nada que hacer... el pobre estaba más desecho que mi auto estima. No podía arreglarlo, me veía obligado a esperar un par de horas a que abriera algún sitio donde comprar.Eso... o pedir.
No hizo falta, en cuanto despegue mis ojos del arrugado trujas me di cuenta de que compartía torturador de esfínteres con un ser extraño.
Era como si un pollo gigante se hubiera comido a una persona y esta gesticulara violentamente a través de su boca. Me frote los ojos y las orejas e intente centrar mi atención en lo que decía la cabeza que salia de la boca del pollo( era más atractiva que el pollo, todo hay que decirlo). Mi mano apretaba con fuerza el carajillo, no fuera a ser una trampa del pollo para intentar comerme y tuviera que arremeterle con la copa entre ese par de enormes pechugas que tenia.
Se me hizo un poco difícil descifrar en que idioma hablaba el ser que andaba en el gaznate del pollo entre el ensordecedor ruido que salia del rechinar constante de sus muelas. Mira que había visto cosas raras pero esto... no me dio tiempo a reaccionar y derrepente me vi sin mi arrugado y flácido trujas. El hijo de puta del pollo me lo había quitado de las manos y lo estaba deshaciendo.
-Pero que haces hijo puta!!! -Farfulle mientras perdigoneaba la cara de ese pollo descarado.-
-No te rayes tronco. -O eso creí entender entre el constante riki riki craca craca.-
La cara del gaznate me miraba con unos ojos desorvitadamente abiertos, aunque amistosos. El pollo seguía teniendo la misma mirada desafiante que al principio. Dude en asestarle con la copa, pero ya le había cogido cariño al ser que le hacia de relleno. Me daba curiosidad saber como había llegado a meterse allí.
Ese ser simbiotico había vuelto a liar el cigarrillo con un papelillo que llevaba bajo al ala no sin antes haber puesto algo de su parte. Le dio un par de caladas y empezó a gesticularme para que lo cogiera.
Este ser que reacía cigarros con sabor a rancio ( no digo que este sabor ya lo tuviera antes ).Sobrevivia trabajando en las fiestas infantiles de la guardería del recinto vacacional. Por el día trabajaba el pollo y por la noche la chica que estaba dentro se quitaba las penas consumiendo todo lo que podía por sus fosas nasales.
Yo creo que le guste en el primer momento que me vio, lo mio fue más tardío soy un tipo duro. El problema era el pollo, ese animal celoso... cada vez que pretendía tener algún contacto físico(ya se sabe que el contacto hace el cariño) con la moza de su interior me arremetía contundentemente con su ala. Era una atracción fatal pero estaba dispuesto a tener mi primer royo de verano aunque esto significara romper una relación tan fuerte como la simbiosis de estos dos seres. Todo era cuestión de medrar. Quien sabe, con un poco de suerte... si me lo montaba bien podría hacérmelo con los dos.